Unidad en la diversidad

 


Hagamos posible un Bloque de toda la izquierda andaluza y transformadora

He leído con interés el artículo de Antonio Torres, Antón, en respuesta al de Juanma Barrios. No quisiera polemizar con alguien a quien aprecio en sus análisis. Ello ha hecho que sopese durante días la necesidad o no de responder. Pero un párrafo del texto, que en su conjunto es impecable, cuya trascendentalidad quizás sea determinante para el futuro de la unidad operativa de la izquierda andaluza, me obliga a ello. Ignoro a quienes va dirigido, aunque puedo intuirlo pero, en cualquier caso, no es mi intención descubrirlo, sino hacerle ver, y hacernos ver, tanto lo errado de las mismas, como lo inapropiado de su manifestación. Y, exclusivamente, con ánimo y sentido constructivo, con el de incitar una reflexión colectiva. Y es que no es el único comentario escrito que adolece de la misma inadecuada perspectiva. De ahí su valor ejemplificador.

Afirma Antón en dicho artículo que: “... hay sectores del nacionalismo andaluz, incluso del nacionalismo que se reclama de izquierdas, que se caracteriza fundamentalmente por no reconocer sus errores y por su escasa capacidad autocrítica. Estos sectores del nacionalismo, incluyendo determinados sectores que se reclaman de izquierdas, caen en el esencialismo, en el idealismo y en la mitificación del pasado, y en la negación de la lucha de clases. Existe un nacionalismo que roza lo folclórico, una caricatura de algo tan serio como es una lucha de liberación nacional, un nacionalismo que se aferra a los símbolos: la bandera, la camiseta de la selección andaluza de fútbol, la estrella de ocho puntas, etc.; sin más contenidos, ni orientación, ni proyecto político. Muchos en el nacionalismo hablan continuamente de la nación andaluza como una abstracción, pero pocos se están dedicando a la tarea e la reconstrucción, día a día, de la nación andaluza.”

Todo nombre es un intento de definir, de abarcar mediante unas sílabas aquello que se señala o representa mediante dicha palabra. En este sentido, el BAI también intenta autodefinirse y auto-delimitarse mediante su propia nomenclatura. Pretende ser un “Bloque”. Según el diccionario de la R.A.E.: bloque es: “una agrupación ocasional (en el sentido de que ocasiona, de que es causa para que suceda algo) de partidos políticos... con objetivos comunes”; así como: un “conjunto coherente de personas con alguna característica común”. O sea que no es más que una agrupación ocasional y coherente para el logro de unos fines concretos por parte de aquellos que poseen características comunes. ¿Y que pretende ocasionar, cual es su coherencia y característica común? El propio Bloque los especifica mediante sus “apellidos”: andaluz de izquierda. Esa es su coherencia y característica común, sus objetivos ocasionales y comunes; Andalucía y la Izquierda... Y por este orden, ya que por este orden se colocan. Andaluz lo define tanto a el como a su ámbito de actuación (lo que se es y el sujeto de su actuación) y, “de izquierda”, la tipología de actuación perseguida.

El concepto contemporáneo de “izquierda”, ya que se hace referencia a la misma de una forma genérica y no a alguna formulación concreta de la misma, es amplio así como antiguo. Se retrotrae a los tiempos dieciochescos de la Convención y la revolución francesa, a grupos demócratas radicales, como los montañeses rousseaunianos más extremos; “enrages” y “sans-culottes”. Continuando primero con los liberales republicanos populistas y, posteriormente, con las distintas visiones decimonónicas del socialismo: Marx, Lenin y los distintos pensadores del anarquismo. Para desembocar, en el siglo XX, en las múltiples tendencias marxistas, autogestionarias y libertarias actuales; sin olvidar otras aportaciones como las de raíz religiosa (teología de la liberación), ecológica, etc. Y eso, sin ampliar o elevar la mirada más allá de concepciones filosóficas occidentalistas y euro-céntricas. A todos ellos les separa multitud de apreciaciones acerca de la realidad, los métodos para modificarla y el resultante del cambio, no obstante, les une su creencia en la necesidad de hacerlo (izquierda transformadora); pretendiendo la sustitución del individualismo depredador y esclavizador burgués por la preponderancia del bienestar colectivo de la población, de la sociedad (socialismo). Por ello poseen una común visión igualitaria de la organización social, la misma defensa de la libertad del hombre, así como un semejante rechazo a cualquier forma de explotación de unos seres humanos por parte de otros. Como consecuencia, toda ella es no solamente antiburguesa sino también anticapitalista. Pero ahí acaban las semejanzas y comienzan las diferencias. Y, por tanto, ese es el límite, el marco dentro del cual pueden coincidir y trabajar conjuntamente.

En definitiva; deduzco, sin necesidad de leer ningún documento, que el Bloque representa un proyecto de confluencia en un mismo organismo coordinador de todos aquellos colectivos e individualidades de esta tierra que, con respecto a ella, coinciden en la necesidad de liberación nacional y social de la misma. Y, en ese sentido, cabe en su seno, o debería caber, todo aquel y todos aquellos que coincidan con estos objetivos comunes: el soberanismo andaluz y la negación del “orden” social burgués. Constituye, por tanto, un proyecto de unión práctica en derredor del logro conjunto de estas dos grandes metas: la liberación de nuestra tierra y la exclusión del capitalismo como base moral y económico-política de construcción social de la misma. No es, no aspira ni puede aspirar a ser un partido, ni tan siquiera una organización. No pretende conformar, nada más y nada menos, que lo que podríamos denominar un frente de liberación nacional y popular. En definitiva, un amplio movimiento unitario con pretensiones de aglutinación de toda la izquierda andaluza y transformadora.

Dada la variopinta procedencia y la disparidad de modelos, es lógico que se origine un cierto “rozamiento” continuo, cierta tensión permanente entre sus componentes, ello es incluso enriquecedor desde un punto de vista dialéctico; pero supondría un gran error pretender por parte de algunos el que todos compartiesen el suyo. Cualquier intento en este sentido imposibilitaría la marcha conjunta. Una convergencia duradera y efectiva no puede cimentarse más que en torno a lo que a todos acerca y une, manteniendo apartado de la misma lo que separa o distancia. Lógicamente, cada colectivo que se integre en el Bloque detentará su propio proyecto de sociedad y su propio programa para alcanzarlo; y poseerá la convicción de que el suyo es el más acertado. Pero el BAI no es, ni puede ser, el ámbito de actuación para llevarlo a la práctica; el medio para hacerlo realidad. Es la propia organización o partido integrado el que conforma la herramienta útil e imprescindible al respecto, esa es su razón de ser y la razón de su permanencia. El Bloque solo puede ser al ámbito de actuación conjunta en aquellas cuestiones y proyectos comúnmente compartidos.

En este sentido, se puede caer en dos tipos de tentaciones que debemos evitar: la primera, la mencionada de pretender el que todos compartamos un único modelo, el que se intente imponer el de un grupo o concepción filosófica determinada y, la otra, la de menospreciar el de los demás; no respetar la multiplicidad y solo considerar a los otros en tanto y en cuanto se asemejen a la propia teoría y praxis. Es razonable que se piense que se anda y dirige uno por el camino más acertado, lo contrario rayaría en el absurdo; lo que ya no lo es tanto es el que condicione, el que determine en la relación, e incluso el que se manifieste. Y ello no ya por razones éticas, sino, al menos, de carácter meramente prácticas; en beneficio de posibilitar y no entorpecer el trabajo conjunto.

Volviendo al párrafo de referencia, cabria responder que todos, no solo “determinados sectores” nacionalistas de izquierda, poseen sus “esencialismos”, “idealismos” y “mitificaciones de pasado”. Todos nos aferramos a símbolos, camisetas y banderas. Todos podemos “rozar lo folclórico” a ojos de los demás. No voy a entrar a desglosar los suyos en contraposición a los que el señala y minusvalora en otros, conllevaría la contradicción de caer en aquellas actitudes que señalo como negativas o inadecuadas. Solo pretendo se ejerza el mismo grado de sentido autocrítico que se reclama para esos otros; ya sabéis,... lo de la paja y la viga. Los demás no carecen de “orientación” ni “proyecto político”, simplemente es que poseen otros. Tienen su propia orientación y su propio proyecto, y puede a ellos parecerles tan incorrecto el suyo como a este el de ellos, de ahí la diversidad de grupos y el que no todos pertenezcan a los mismos. Y cada uno “reconstruye” la nación andaluza según su día a día, pero lo hace. Bajo esos apriorismos y consideraciones es imposible la confluencia, tan siquiera la interrelación; ésta solo puede basarse en comunes denominadores, en trabajar aquellos aspectos coincidentes en los distintos proyectos. Con actitud de profunda y sincera comprensión, de tolerancia a la diversidad y, especialmente, a la diferencia.

Si realmente pretendemos construir un frente amplio, andaluz y popular, no lo confundamos con un partido, ni tan siquiera con un proceso de unificación de los mismos. Es en ese contexto donde cabria el debate de clarificación y unicidad ideológica. Tampoco con el de acercamiento en el trabajo exclusivamente al también diverso conjunto de los marxistas–leninistas, sino a toda la amalgama de la izquierda andalucista y anticapitalista. Y en este contexto, comentarios de este tipo no solo sobran sino que en nada benefician y en cambio si contribuyen a entorpecer el proceso.

Guardemos nuestras balas para el enemigo. A los “compañeros de viaje”, mientras compartamos vehiculo y trayecto, respeto y apoyo. Otra cosa es la actitud con respecto a aquellos que no sustenten su ideología en los dos pilares sobre los que se asienta el Bloque: El soberanismo andaluz y el anticapitalismo. Ambos igualmente fundamentales y complementarios. Aquellos que no asuman alguno de los dos o ambos, a esos ni un minuto de tregua; pero a todos aquellos que coincidan en la imprescindibilidad de los mismos no cabe otra cosa que abrirle los brazos y tenderles las manos. Aprendamos a trabajar juntos en lo que nos une y dejemos lo que nos separa para el trabajo específico más allá del BAI, en nuestras propias organizaciones y partidos, del que el Bloque no constituye, ni puede constituir algo sustitutivo, sucedáneo o semejante. Y, finalmente, será no lo que ninguno de nosotros creamos o determinemos, sino aquello que sea escogido y seguido por el pueblo. Ellos darán y quitarán razones. Es tanto lo que compartimos en el presente y tanta la necesidad que posee nuestro pueblo de una alianza como la constituida, que cualquier actitud que retrase, dificulte o imposibilite su desarrollo y consolidación no puede suponer más que hacer un flaco servicio a sus intereses. Actuar, conciente o inconscientemente, en contra de los mismos. Y, como consecuencia, todo lo que conlleve división entre nosotros será ampliamente aplaudido por los explotadores, opresores y adormecedores del pueblo andaluz. Estaremos siendo marionetas en sus manos, no instrumentos de liberación de nuestra gente.






Francisco Campos López